La educación de niños, niñas y prejóvenes en el centro de la comunidad
Bajo la concepción de que los niños y niñas son el tesoro más valioso que una comunidad puede poseer, pues en ellos se encuentra la semilla del futuro, es que en el centro de las actividades que habitualmente se emprenden en las comunidades bahá’ís, se encuentran aquellas dirigidas a niños/as y prejóvenes, las que tienen como objetivo aportar a la formación de valores y principios de carácter moral y espiritual.
Estas actividades educativas son puestas en marcha por los jóvenes y adultos de una comunidad, los que conscientes de la importancia de las nuevas generaciones para el futuro de toda la sociedad y de la nobleza inherente a cada niño, niña y ser humano, implementan y adaptan a la realidad de su entorno un programa educativo inspirado en las enseñanzas bahá’ís, cuyo propósito es estimular el desarrollo de talentos y capacidades.
Las actividades dirigidas a niños/as son conocidas como “clases de niños“, las que se realizan en torno a diversas virtudes humanas, tales como: la unidad, la justicia, la amabilidad, la veracidad, entre otras. En cada clase y mediante diversas actividades y elementos reflexivos, artísticos y lúdicos, se alienta el desarrollo y la formación del carácter de los niños que participan.
A medida que los niños y niñas crecen, la comunidad continua acompañando su desarrollo y crecimiento espiritual, reforzando hábitos basados en principios y valores que moldean sus pensamientos y acciones.
Cuando alcanzan los 11 años, y previo a que se conviertan en jóvenes, el programa de niños se transforma en un programa de prejóvenes. El programa brinda la posibilidad de explorar la puesta en práctica de los talentos de cada de prejóven al mejoramiento de la sociedad, mediante acciones de servicio desinteresado a su comunidad, y que contribuyen a su vez a desarrollar capacidades de expresión, trabajo en equipo, organización de proyectos de servicio y también habilidades de pensamiento matemático, de lectura y escritura.
Los prejóvenes se ven a sí mismos como agentes activos de cambio que contribuyen en su entorno cercano, en la escuela, el barrio, con sus amigos y también al interior de la familia. Esto los alienta a transformarse en adultos con un fuerte sentido de responsabilidad y compromiso por el bienestar de toda la sociedad.