La Fe Bahá’í en Chile

100 años de historia en Chile

La presencia de la Fe Bahá’í en Chile se remonta a mas de 100 años de historia, cuando en 1919 la periodista norteamericana Martha Root cruzara la cordillera de los Andes a lomo de mula desde Argentina, convirtiéndose así en la primera bahá’í en pasar por el país compartiendo las enseñanzas bahá’ís, y a casi 80 años desde su establecimiento formal en el año 1943 con la primera comunidad bahá’í local, en la ciudad de Santiago.

A medida que transcurren los años, la comunidad bahá’í se extiende por variadas localidades del país, acogiendo a una multitud de diversas personas en el desarrollo un patrón de vida comunitaria bahá’í. Para el año 1964 la comunidad cumple un hito al constituir su primer consejo nacional a cargo de guiarla, denominado como “Asamblea Espiritual Nacional Bahá’í”.

Comunidad bahá’í de Santiago 1943
Comunidad bahá’í de Valparaiso 1953

Durante la década de los años 70 a 80 el esfuerzo mancomunado de la comunidad logra poner en marcha diversas iniciativas con la aspiración y sincero deseo de contribuir al bienestar y prosperidad social en diversas localidades del país. Así, en el año 1976, se funda el centro educativo sin fines de lucro conocido como “Colegio Nur” ubicado en la comuna de La Cisterna y que posteriormente pasaría a transformarse en un espacio cultural y comunitario conocido “Centro Nur”

Con el continuo crecimiento de la comunidad bahá’í en la región de La Araucanía, y debido a las necesidades educativas presentes en diversas localidades, se impulsan dos escuelas básicas rurales sin fines de lucro. Una de ellas, la “Escuela Faizi” ubicada en la comunidad indígena Manuel Lorenzo, comuna de Nueva Imperial y otra, la “Escuela Dr. Muhajir” emplazada en la localidad de Bollilco, comuna de Temuco.

Alumnos escuela Faizi
Alumnos escuela Faizi

Ambas escuelas se enfocan en atender a una población principalmente rural y Mapuche, mediante un curriculum educativo centrado en la educación valórica y en los mismos principios bahá’ís que alientan la labor de abnegados profesores y la comunidad local, cuyo compromiso y deseo de contribuir al desarrollo de las capacidades de miles de niños, ha permitido mantener en funcionamiento los esfuerzos a lo largo del tiempo.

En 1986 y gracias al esfuerzo comunitario, nace una nueva iniciativa en la región de La Araucanía, la “Radio Bahá’í” ubicada en la comuna de Labranza, comienza sus transmisiones en señal AM y en idioma Mapudungün, transformándose rápidamente en un medio de comunicación bilingüe que conecta interculturalmente a 9 comunas de la región, y que durante 33 años y gracias al esfuerzo y servicio desinteresado de cientos de personas, ha contribuido de forma continua a la preservación, rescate y promoción de la cultura, idioma e identidad Mapuche, al tiempo que muestra el potencial de los medios de comunicación para servir al bienestar y desarrollo de la sociedad.

31 convencion nacional bahá’í realizada en 1991 en la ciudad de Temuco.

A lo largo de estos años, el desarrollo de la comunidad bahá’í en Chile se ha caracterizado por lo orgánico de su crecimiento, proceso que se ha enriquecido desde lo local, con la aportación de las experiencias, conocimientos, saberes y culturas de una gran diversidad de creyentes y participantes de variadas iniciativas y proyectos, en cuyo enfoque se encuentra la construcción y fortalecimiento de una vida comunitaria, en la que todos son bienvenidos y que conecta la adoración y devoción a Dios con la acción y el servicio desinteresado a los demás.

Templo Bahá’í en su construcción, 2015

A contar del año 2003 y tras la difusión por parte de los medios de comunicación del diseño del Templo Bahá’í que en el año 2001 se había anunciado se construiría en Santiago, la Fe Bahá’í comenzó a tomar una significativa visibilidad pública en el país, y con su inaguración en octubre de 2016, paso a instalarse en la conciencia colectiva debido no sólo al hito arquitectonico que el Templo representa para Chile y Sudamérica, sino también por los conceptos que inspira, y que sitúan a la noción de lo espiritual en el centro de la acción humana, invitando consecuentemente a una reconsideración y redefinición del rol de la religión en nuestra sociedad moderna, y a la justicia y la unidad como dos pilares fundamentales para nutrir nuestras relaciones y el avance de la humanidad hacia un destino en donde todos nos reconocemos como una sola y diversa familia, cohabitando una misma tierra.


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